“Todo
lo que deseé fue andar en un mundo sin mapas.” –Michael Ondaatje en “El
paciente inglés”
“Fronteras
inteligentes” empezó en 2007 para contar historias de México, Estados Unidos,
los seres humanos y sus conexiones. En el contexto de la inmigración,
“frontera” se puede definir como “la línea que separa dos países.” En otro
contexto, “frontera” puede marcar un límite—por ejemplo, la frontera del
conocimiento. La meta es progresar hacia ese horizonte.
Con
respecto al tema migratorio, algunos hablan de fronteras abiertas o cerradas.
Parece absurdo puesto que la migración, la inmigración, es una característica
común entre los seres humanos. La enciclopedia de la historia de Utah dice que
cualquier persona que viene de otro sitio a Utah es, en un sentido, un
inmigrante. Nos mudamos por trabajo, por necesidad, por curiosidad, por placer.
La idea
de fronteras cerradas, con muros, parece pelear con la realidad de un mundo
globalizado. Por razones de seguridad y la necesidad de un grado mínimo de
orden, tampoco parece realista la idea de fronteras abiertas. Por tanto, hay
que buscar una manera de tener fronteras inteligentes.
Fronteras
inteligentes no supondría la militarización ni la maquinación de los límites
entre países sino un concepto para respetar la realidad económica y social que
organizaría la migración de personas, bienes y capitales dentro del marco de la
ley. Supondría una política migratoria racional que se acopla a las necesidades
actuales y respeta los derechos humanos y la libertad.
Estados
Unidos tiene una economía dinámica y una sociedad dinámica. Es imprescindible
tener una sistema migratorio dinámico. Fronteras inteligentes representaría una
manera de hacerlo. Implica visados más accesibles, procesos simplificados,
programas para mejor integrar a los inmigrantes y más colaboración a nivel
binacional, regional e internacional.
En las
fronteras del conocimiento, hay mucha competencia para ser el primero en
sobrepasar un límite o en lograr un objetivo. La competencia sana suele ayudar
en la motivación y la superación. Para mejorar el conocimiento, también hay
mucha colaboración. Muchos logros se deben al trabajo en equipo.
En el
trabajo comunitario, hacen falta más enlaces entre los esfuerzos, más confianza
entre la gente. Desafortunadamente, las ambiciones suelen entrar en conflicto.
En vez de progresar hacia la frontera, hacia el futuro, algunos se distraen en
minar las posibilidades de otros, en impedir su progreso. Se caen en un tipo de
competencias poco saludables.
Sería
favorable poner al lado las diferencias para poder enlazar mejor los esfuerzos,
para ir progresando. Lo curioso es que con frecuencia el progreso de otros es
lo que hace más factible el progreso de uno mismo. Es más fácil escribir esta
lección que incorporarla en el diario vivir. Sin embargo, hay que hacerlo.
Los
verdaderos líderes hacen la diferencia en poner el ejemplo de trabajar bien con
otros para verdaderamente escucharles e involucrarles en los proyectos comunes.
Los verdaderos líderes tienen el espíritu de los maestros que siempre enseñan y
motivan con humildad, sabiendo que ellos mismos también necesitan la enseñanza
y la motivación. Saben que todos somos maestros y estudiantes.
Trabajando
en conjunto, podemos encontrar un mapa superior a los que dividen a los países
y los seres humanos. El camino hacia el progreso puede resultar difícil de
cuando en cuando, pero no tiene que representar un trabajo en solitario. “Fronteras
inteligentes” sigue soñando con aportar su granito de arena a un mundo más
solidario.
Una
versión de este artículo se publicó el 12 de octubre de manera impresa en La
Bala Magazine. Para más información, consulta la página bilingüe en facebook American Hybrid: Stories of Immigration.