domingo, 14 de octubre de 2012

Enlazar esfuerzos: Fomentar confianza


“Todo lo que deseé fue andar en un mundo sin mapas.” –Michael Ondaatje en “El paciente inglés”

“Fronteras inteligentes” empezó en 2007 para contar historias de México, Estados Unidos, los seres humanos y sus conexiones. En el contexto de la inmigración, “frontera” se puede definir como “la línea que separa dos países.” En otro contexto, “frontera” puede marcar un límite—por ejemplo, la frontera del conocimiento. La meta es progresar hacia ese horizonte.

Con respecto al tema migratorio, algunos hablan de fronteras abiertas o cerradas. Parece absurdo puesto que la migración, la inmigración, es una característica común entre los seres humanos. La enciclopedia de la historia de Utah dice que cualquier persona que viene de otro sitio a Utah es, en un sentido, un inmigrante. Nos mudamos por trabajo, por necesidad, por curiosidad, por placer.

La idea de fronteras cerradas, con muros, parece pelear con la realidad de un mundo globalizado. Por razones de seguridad y la necesidad de un grado mínimo de orden, tampoco parece realista la idea de fronteras abiertas. Por tanto, hay que buscar una manera de tener fronteras inteligentes.

Fronteras inteligentes no supondría la militarización ni la maquinación de los límites entre países sino un concepto para respetar la realidad económica y social que organizaría la migración de personas, bienes y capitales dentro del marco de la ley. Supondría una política migratoria racional que se acopla a las necesidades actuales y respeta los derechos humanos y la libertad.

Estados Unidos tiene una economía dinámica y una sociedad dinámica. Es imprescindible tener una sistema migratorio dinámico. Fronteras inteligentes representaría una manera de hacerlo. Implica visados más accesibles, procesos simplificados, programas para mejor integrar a los inmigrantes y más colaboración a nivel binacional, regional e internacional.

En las fronteras del conocimiento, hay mucha competencia para ser el primero en sobrepasar un límite o en lograr un objetivo. La competencia sana suele ayudar en la motivación y la superación. Para mejorar el conocimiento, también hay mucha colaboración. Muchos logros se deben al trabajo en equipo.

En el trabajo comunitario, hacen falta más enlaces entre los esfuerzos, más confianza entre la gente. Desafortunadamente, las ambiciones suelen entrar en conflicto. En vez de progresar hacia la frontera, hacia el futuro, algunos se distraen en minar las posibilidades de otros, en impedir su progreso. Se caen en un tipo de competencias poco saludables.

Sería favorable poner al lado las diferencias para poder enlazar mejor los esfuerzos, para ir progresando. Lo curioso es que con frecuencia el progreso de otros es lo que hace más factible el progreso de uno mismo. Es más fácil escribir esta lección que incorporarla en el diario vivir. Sin embargo, hay que hacerlo.

Los verdaderos líderes hacen la diferencia en poner el ejemplo de trabajar bien con otros para verdaderamente escucharles e involucrarles en los proyectos comunes. Los verdaderos líderes tienen el espíritu de los maestros que siempre enseñan y motivan con humildad, sabiendo que ellos mismos también necesitan la enseñanza y la motivación. Saben que todos somos maestros y estudiantes.

Trabajando en conjunto, podemos encontrar un mapa superior a los que dividen a los países y los seres humanos. El camino hacia el progreso puede resultar difícil de cuando en cuando, pero no tiene que representar un trabajo en solitario. “Fronteras inteligentes” sigue soñando con aportar su granito de arena a un mundo más solidario.



Una versión de este artículo se publicó el 12 de octubre de manera impresa en La Bala Magazine. Para más información, consulta la página bilingüe en facebook American Hybrid: Stories of Immigration.
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