jueves, 29 de octubre de 2015

El operativo triste de inmigración

Una semana antes de Halloween, los agentes de inmigración llevaron a cabo un operativo para detener a miles de inmigrantes con antecedente penales y migratorios.  Lo hicieron de acuerdo con las prioridades para la deportación, pero a la vez, lo hicieron de manera inconforme con la justicia en el sentido humanitario de la palabra. El operativo ha afectado cientos de familias de Utah.

Las prioridades para la deportación supuestamente se enfocan en los inmigrantes que presentan amenazas serias en la sociedad, los que tienen felonías o algo parecido en sus historiales; los que tienen tres o más delitos menores o un delito menor significativo; y los que han tenido problemas con inmigración desde el primero de enero de 2014, con frecuencia los que han entrado a Estados Unidos hace poco tiempo.

El problema es que los antecedentes no son iguales. Varios de las decenas de detenidos en Utah cayeron por haber cometido hace tiempo un DUI, conducir bajo la influencia de alcohol o drogas. El delito DUI es serio, y no quieren ignorar el daño que causa o puede causar en la sociedad. Sin embargo, un DUI cometido hace diez años o más es muy diferente a un DUI cometido hace poco. Un DUI podría significar una estupidez pasajera o un problema crónico. Podría ocurrir con una persona justo por encima del límite de alcohol en la sangre o con una persona sumamente borracha.

Entiendo las prioridades para la deportación, pero no entiendo la política de mano dura. En general, los agentes de inmigración detuvieron a las personas sin darles la posibilidad de una fianza. En algunos casos, se puede entender eso, pero en otros cuando estaban sacando el padre o la madre de una familia, no se entiende tanto. Hace falta más equilibrio en el proceso, más discreción que permite el trato humanitario.

Los detenidos tendrán la oportunidad de pedir una fianza de un juez de inmigración; no obstante, eso tarda y cuesta no solo dinero sino también la solidaridad de las familias, de la sociedad. No es justo.

En muy pocos casos es necesario ir a las casas para separar a las familias. Los inmigrantes con antecedentes antiguos o menos serios deberían tener la oportunidad de gozar de la libertad durante sus procesos y de presentar sus argumentos en contra de la deportación.

El problema con la inmigración tiene que ver con leyes excesivamente rígidas y sistemas que no permiten la discreción de los jueces y a veces de los agentes. Es importante ser flexible cuando la situación lo exige. Es malgastar dinero siempre actuar de mano dura.

Un consejo que funcionó para algunos: con algunas excepciones, no hay que abrir la puerta ni a la policía ni a los agentes de inmigración a no ser que tengan una orden de cateo firmado por un juez y con la dirección correcta de la casa/domicilio. Con algunas excepciones, una orden de arresto no sirve para poder entrar a una casa.

Un truco que los agentes usan a veces es la mentira. Dicen que están buscando un “José Alvarez” para poder ganar la entrada a la casa. Después de entrar, dicen el nombre verdadero de la persona que buscan. Es una táctica triste, pero tristemente funciona en demasiados casos.


Lo principal es evitar los problemas, pero a veces los problemas nos buscan a nosotros. Más vale prevenir que lamentar.



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