martes, 29 de abril de 2014

Juego y sustancia de la reforma migratoria


El juego parece inevitable en la política. Lo mismo se dice de las estadísticas maquilladas, una parte del juego de la política.

Se escuchan muchas preguntas y comentarios sobre las deportaciones, sobre la responsabilidad política del presidente Obama y de los partidos, tanto el demócrata como el republicano.

Antes de las elecciones de 2012, Obama dijo a un periódico de Iowa que si ganara, una parte clave de su victoria sería el mal trato que dio el partido republicano a la comunidad hispana. Dado el porcentaje de 71 que el voto latino dio a Obama y que eso representó más que el margen ganado del presidente, parece que tuvo razón. No quiere decir que Obama fuera el candidato ideal para muchos hispanos, pero el hecho allí está. Encima, Obama ganó 73 por ciento del voto asiático. Entiendo la limitación de los adjetivos “latino” y “asiático” pero los he empleado por ser términos que uso común.

Desde hace unos meses ha surgido una crítica fuerte en contra de Obama. El número de “deportaciones” ha llegado a dos millones durante su mandato que empezó el 20 de enero de 2009.  Algunos activistas alegan que estas cifras han convertido a Obama en el deportador campeón de la historia de los presidentes.

Un artículo en el Washington Post señaló algo importante: se cuentan las deportaciones de manera diferente a lo largo de los años. Incluso, desde 1996, el término oficial es “remoción” no “deportación.” Los procesos son procesos de remoción, no procesos de deportación. Hace muchos años me burlé un poco del cambio indicando que la suavización de la terminología no suavizaba para nada los resultados para las personas que a fin de cuentas iban a tener que salir del país. Cuando escribo a hablo en general sobre la inmigración uso “deportación” como término común. Como abogado en un juzgado, siempre usaría “remoción.”

¿Puede Obama efectuar por su cuenta una reforma migratoria?

No. Obama ha abogado a favor de una reforma migratoria, pero el proceso legislativo para impulsar un cambio en las leyes exigiría la aprobación de un proyecto de ley en las dos cámaras del Congreso, la Cámara de Representantes y el Senado. Si hay diferencias en los proyectos de ley, las cámaras tendrían que ir por el proceso de conferencia para negociar un proyecto único para votaciones en las dos cámaras. Solo después de esto tendría Obama la oportunidad de firmar o no el proyecto de ley.

¿Puede Obama parar las deportaciones con una orden ejecutiva?

Parar todas las deportaciones no sería aconsejable en la práctica. Lo que podría hacer Obama es expandir programas como la acción diferida para los llegados en la infancia. También podría extender la discreción del fiscal para archivar casos de baja prioridad.

Desde hace nueve años como mínimo, es conocida la sustancia de la reforma migratoria: seguridad fronteriza, modernización del sistema de visados, verificación sistemática del estatus para el empleo (E-verify), cuotas razonables de visados y un programa de legalización para la mayoría de indocumentados. Se discuten los detalles y el momento, pero tiene que ver más con la política electoral que con la sustancia de los cambios.

Algunos pregunta si se puede quitar la política electoral de la buena política para la comunidad. Desafortunadamente, no. Sin embargo, sí se puede exigir más rigor, la honestidad. Seamos claros, la mayoría de conversación, discusión y negociación sobre el tema tiene que ver con el protagonismo y la ventaja política. Una participación amplia podría contrarrestar esa tendencia.

Es frustrante ver esta pelea, sobre todo cuando uno conoce las consecuencias de la inacción. Pero no hay que descartar la esperanza. Tarde o temprano, el gobierno va a tener que llevar a cabo una reforma migratoria. Sanar la política es importante para sanar las leyes. Sigue siendo cuestión de tiempo.
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