Con
cada elección durante las últimas décadas, se ha crecido el voto hispano. No
obstante, la participación de este sector del electorado va por debajo de la
participación de otros sectores y la participación. Esto ha ocurrido a pesar de
los esfuerzos de algunos candidatos y muchas organizaciones.
El voto
hispano no es monolítico; sin embargo, se ha etiquetado como el gigante
durmiente, un sector que podría influir mucho en o incluso determinar el
resultado de las elecciones a nivel federal, es decir de la presidencia. Según un estudio reciente de CNN en español y el Centro
de estudios latinoamericanos, caribeños y latinos de la Universidad de la
Ciudad de Nueva York, algo que impide esta influencia es la baja registración comparativa de los votantes hispanos. Mientras los votantes elegibles no
hispanos tienen una registración sobre el 73 por ciento, los votantes elegibles
hispanos tienen una registración sobre el 58 por ciento. No se ha variado mucho
de 1992 a 2012. El porcentaje más alto de 59.4 ocurrió en 2008 y el porcentaje
más bajo de 57.3 ocurrió en 2000. En 2012, 58.7 por ciento de los votantes
elegibles hispanos se habían registrado.
Los
votantes registrados hispanos votan menos de los votantes registrados no
hispanos, pero la diferencia es menor, menos de 9 por ciento comparado con la
diferencia de 15 en la registración. Tomando en cuenta la registración y el
voto, podemos calcular que menos de 50 por ciento de los votantes elegibles
hispanos votan en las elecciones presidenciales. Esto se compara con la
participación de 66 por ciento o casi dos tercios de los votantes elegibles no
hispanos.
A pesar
de la baja participación, el voto hispano es factor importante. A nivel
federal, el candidato demócrata Barack Obama ganó aproximadamente 71 por ciento
del voto hispano contra el 27 por ciento del candidato republicano Mitt Romney.
Eso equivalía a más de 4.5 por ciento de todos los votos, casi el margen
ganador del presidente Obama.
En los
estados más competitivos, los “estados claves,” el voto hispano es incluso más
importante. Colorado, Nevada y Florida cuentan entre esos estados. En Colorado,
el candidato Obama ganó 75 por ciento del voto hispano, lo que le daba la
ventaja en su victoria. En Nevada, Obama ganó 70 por ciento del voto hispano,
un poco menos que su porcentaje a nivel nacional pero suficiente para darle la
victoria estatal. En Florida, un estado que muchos cubanos y supuestamente más
republicano en sus preferencias, Obama ganó 60 por ciento del voto hispano, una
ventaja que le daba la victoria estatal por menos de 1 por ciento, todo esto
según estudios del Centro Hispano Pew y reportajes del
periódico Washington Post (votos del colegio electoral).
El voto
hispano sigue creciendo. También crece la atención que recibe. El puntero del
partido republicano Donald Trump ha atacado una parte de la comunidad hispana
con generalizaciones y estereotipos. Algunos le defenderían a Trump diciendo
que él se refiere sólo a los indocumentados, a los inmigrantes o a una parte
nociva de la comunidad hispana.
Sin
duda Trump ha influido en la conversación sobre la inmigración y la posibilidad
de efectuar reformas en el sistema. Los candidatos del partido republicano se
han vuelto más estrictos en sus conceptos sobre una reforma migratoria y sus
medidas. Algunos candidatos republicanos que apoyaron reformas en el pasado han
modificado sus posturas.
En
cambio, los demócratas Hillary Clinton, Bernie Sanders y Martin O’Malley han
abogado a favor de una reforma migratoria integral y a favor de medidas
temporales que aliviarían las ansiedades de los indocumentados y sus familias.
A fin
de cuentas, el factor Trump podría animar a más hispanos y asiáticos buscar la
ciudadanía que les permitiría votar en las elecciones de 2016. Tal vez, se registrarán a niveles más altos. Sin duda Trump
ha despertado a mucha gente a favor o en contra de su candidatura. Por las
encuestas, los hispanos tienen una resistencia enorme a este billonario que de momento lleva una ventaja grande dentro del partido republicano. Está por ver los resultados en las primarias. Si
Trump sale como el abanderado del partido republicano, el gigante durmiente podría
ponerse de pie para pararle.