Nuestro
sistema migratorio ha estado roto durante décadas. Nuestro país valora
profundamente la justicia, pero nuestro sistema se ha vuelto injusto para las
empresas, los trabajadores y las familias.
Esto es
algo que he estado intentando cambiar como presidente. Nos hemos enfocado en la
seguridad de las fronteras, y hoy los recursos que dedica el Departamento de
Seguridad Nacional a la frontera suroeste han llegado a un nivel histórico.
Desde el comienzo de mi mandato, las paradas en la frontera—un indicador clave
de las cruces ilegales—están en su nivel más bajo desde los años de los 1970s,
y el número de indocumentados viviendo en Estados Unidos ha dejado de crecer
por la primera vez en décadas.
Hemos
trabajado también con el último Congreso para conseguir un arreglo íntegro para
el sistema migratorio. Sesenta y ocho republicanos, demócratas e independientes
aprobaron una propuesta de sentido común en el Senado para reformar nuestro
sistema migratorio, hacer crecer la economía y reducir el déficit
presupuestario. No obstante, durante más de un año y medio, los republicanos en
la Cámara de Representantes impidieron el avance de esa propuesta bipartidista.
En
2012, tomé el primer paso para ayudar a cientos de miles de “Soñadores”—jóvenes
que vinieron a este país como niños pequeños—vivir y trabajar en este país que
conocen como el suyo. Hace poco el año pasado, dado la inacción de los
republicanos en el Congreso, tomé nuevos pasos de sentido común y dentro de mi
autoridad para reparar hasta lo posible nuestro sistema migratoria fallido.
Estos pasos que anuncié mejorarán la seguridad en la frontera, priorizarán los
recursos limitados, y harán responsables millones de indocumentados en base a
programas que requerirán chequeos de antecedentes y pagos de impuestos para
poder tener la oportunidad de quedarse aquí de manera temporal sin la ansiedad
de la deportación.
Estos
pasos sirven para el bienestar de nuestra economía, nuestras familias y nuestro
país. Son pasos parecidos a otros pasos tomados por cada presidente republicano
y demócrata durante el último medio siglo. Son pasos consistentes con las leyes
del Congreso y la jurisprudencia de la Corte Suprema.
Mucha
atención se ha enfocado en una decisión de una corte con respecto a un pleito
partidista que pretende aplazar varios de estos pasos migratorios de sentido
común. A las personas afectadas por esta decisión judicial, comparto sus
preocupaciones. A las personas que tienen preguntas, el Departamento de
Seguridad Nacional [que incluye los Servicios de Ciudadanía e Inmigración]
seguirá dando información.
Que
quede claro, no estoy de acuerdo con la decisión del juez. Ayer, el
Departamento de Justicia hizo una petición de urgencia para frenar el impacto
de esta decisión errónea, y ya ha hecho un aviso de apelación. Mi
administración luchará en contra de esta decisión con todas las herramientas a
nuestra disposición, y tengo toda confianza que estas acciones prevalecerán.
Mientras,
es importante aclarar lo que hace y lo que no hace la decisión de la corte de
Texas. Aunque la decisión impide de manera temporal la consideración de
solicitudes en base al programa nuevo de acción diferida anunciado el pasado
mes de noviembre, no tiene impacto sobre el programa original de 2012, la
acción diferida para los llegados en la infancia, que ofreció un alivio de la
deportación para los jóvenes Soñadores. Los elegibles bajo el programa de 2012
puede mandar su solicitud para entrar al programa o para renovar su
participación. Además, otros pasos que tomé el año pasado continuarán su
avance. Por ejemplo, los agentes de inmigración seguirán priorizando los
recursos limitados para enfocarse en las felonías, no en las familias.
Tengo
confianza que todos los pasos que he tomado para reparar nuestro sistema
migratorio fallido se implementarán con tiempo. Sin embargo, sigo creyendo que
estos pasos no son sustitutos de la acción en el Congreso. Tenía esperanza que
un Congreso nuevo liderado por los republicanos intentaría gobernar de manera
responsable en buscar soluciones de sentido común para uno de los desafíos más
importantes, tanto como el presidente [George W.] Bush y el senador John McCain
intentaron hacer hace casi una década. En vez de eso, hemos observado una serie
de votaciones para deportar a los Soñadores, jóvenes que son estadounidenses en
todos los sentidos menos los documentos. Hemos escuchado amenazas para cerrar
el Departamento de Seguridad Nacional, la mismísima agencia encargada con la
seguridad fronteriza y la seguridad del país en contra de nuevas amenazas—y por
no otra razón que el desacuerdo partidista sobre mis acciones.
Ya es
hora de acabar con la época de las crisis construidas [y manipuladas], poner la
política al lado y enfocarse en hacer lo correcto para América. Mientras lucho
en contra de cualquier intento de frenar el progreso que hemos conseguido y de
separar las familias en el país, daré la bienvenida a cualquier persona que
quiere contribuir los avances que hemos podido implementar, y reparar de una
vez por todas nuestro sistema migratorio fallido.
A lo
largo de nuestra historia, la tradición de América como una nación de leyes y
una nación de inmigrantes nos ha moldeado para lo mejor. Si renovamos esa tradición,
y seguimos construyendo sobre ese fundamento para las futuras generaciones, no
hay límite a lo que podemos alcanzar.